Por Steve Magaña
El Domingo 28 de Junio del 2009, vimos a una Honduras que estaba atravesando una situación única en 25 años de la historia latinoamericana, una grave crisis institucional político-jurídica, un golpe de estado “atentario” contra las más sublimes ideas de la democracia y el estado de derecho, una represión militar contra el movimiento popular que condenaba enérgicamente el golpe de Estado. Situación que nos hace recordar de alguna manera las dictaduras de antaño.
La derecha civil, la oligarquía hondureña que ostenta el poder económico de Honduras, vio amenazados sus intereses. Las familias más ricas de Honduras vieron un peligro en las decisiones que Zelaya estaba tomando. Estaba en riesgo su ancestral posición sedentaria de decidir siempre en las políticas del estado a conveniencia de sus negocios y ganancias; en detrimento de la gran mayoría.
Y es que no podemos decir que simplemente Zelaya se quería perpetuar en el poder al estilo de Chávez, como lo afirmó el gobierno de facto de Roberto Micheletti y sus defensores; se trata de abrir espacios donde la población hondureña sea más participe en las decisiones del manejo de la cosa pública y la gente tome un papel más protagónico y no expectante de las políticas estatales; he ahí el riesgo para la clase dominante y por lógica su queja y sus acciones de orquestar un golpe de estado.
Ahora era necesario la modificación de la constitución hondureña redactada en 1982, para buscar que la democracia más que representativa sea participativa; y eso era lo que Zelaya buscaba someter a opinión pública.
El 22 de noviembre del 2008 el presidente Zelaya planteó realizar un plebiscito junto a las elecciones generales del 2009. Esta propuesta contenía la instalación de una “cuarta urna”, además de la urnas tradicionales: para elegir al presidente, al alcalde, a los diputados.
En esta se depositaría una papeleta con la respuesta SI o No a la su siguiente pregunta: “¿Está usted de acuerdo con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para que elabore una nueva Constitución?. De ganar el sí a favor de una Constituyente, la convocatoria le correspondería al Gobierno que se va a instalar el 27 de enero de 2010″ subrayó Zelaya.
Para esto, Zelaya enviaría en enero de 2009 un decreto para que el Poder Legislativo (el Congreso nacional de la República) lo apruebe, aunque la Carta Magna vigente de Honduras prohíbe el cambio de los llamados artículos pétreos, entre los que se encuentran hacer cambios en la Constitución y permitir la reelección presidencial consecutiva.
Zelaya remarcó que lo que busca con esta modificación a la constitución es que haya “leyes más claras y mandatos totalmente congruentes con la realidad que le permitan al país un ordenamiento jurídico, político, social, económico, cultural, en los cuales todos conozcamos cuáles son las reglas del juego.”, y también aseguró que va “a gobernar los cuatro años, ni un día más, ni un día menos, ni un minuto más, ni un minuto menos”, si podían reformar la constitución, formando para ello una asamblea constituyente.
Es decir una asamblea en donde estuvieran delegados directos no representantes de la población, de los movimientos sociales y de todos los sectores del país, para la redacción de una nueva constitución; todo esto para dar un margen de oportunidad y participación más directa a la ciudadanía.
Este movimiento de Zelaya provoco un “revoluto” en la clase oligarca, que posteriormente busco dar el golpe de estado utilizando para ello todo el aparataje dominado por la derecha y el apoyo de algunos militares hondureños; algunas elites militares se unieron al golpe para no perder sus favores dominando también a los cadetes. Y así se capto muchísimas veces imágenes de militares agrediendo a la población civil que ejercía su libre derecho de manifestarse.
También se adhirió al golpe el ala más conservadora de la iglesia católica, algunos sectores de iglesias evangélicas, medios de comunicación derechista, el órgano judicial y el legislativo dominados por la derecha. Y aunque es buena la separación y autonomía de los 3 poderes del estado entre sí, resulta engañoso cuando todos están siendo manejados en bases a un interés y dominado por el máximo poder: el económico.
Obviamente quisieron justificar el golpe de estado al presidente Zelaya manifestando que se dejaba manipular por Chávez y el ALBA, y que Zelaya irrespetó las leyes y la constitución, y un montón de excusas basadas en interpretaciones a conveniencia del marco jurídico hondureño; a pesar de que Zelaya no es un político de izquierda, sino de derecha.
Zelaya viene de la clase empresarial burguesa de su país; incluso su padre en la década de los 80 es acusado de haber ofrecido sus tierras, para que los militares las ocuparan para la ejecución y masacres de civiles inocentes, así que no es coherente políticamente pensar como un hombre de derecha se alinea a una tendencia comercial de izquierda.
Sin embargo algo paso en la persona de Zelaya que en sus últimos 2 años de gobierno, el presidente Zelaya venía dando señales de ser muy consecuente con la clase trabajadora, consiguiendo así aumentar casi en un 63% el salario mínimo de Honduras para que la gente pudiera acceder por lo menos a la canasta básica alimentaria.
Lo que es innegable es que el golpe de estado fue a todas luces injustificable y por el contrario cuestionado enérgicamente por organismos internacionales financieros y políticos. El SICA, la OEA, la ONU, Mercosur e incluso el gobierno de Barack Obama rechazó en su momento categóricamente el gobierno de facto de Micheletti.
Gobierno de facto impuesto por la derecha, y llevando a un hombre anquilosado por casi 3 décadas en el congreso hondureño, y que en las últimas elecciones presidenciales quedo en tercer lugar, demostrando que no tiene para nada apoyo popular.
Esta situación deja un mensaje claro: ningún pueblo podrá salir adelante sino es capaz de desprenderse de las elites de la burguesía, porque ellas siempre buscaran sus intereses, siempre buscaran más ganancias en sus negocios, eso es parte de la lógica de la lucha de clases y no es equiparable muchas veces las obras filantrópicas con la manera de cómo generan plusvalía.
Esto en detrimento de las mayorías empobrecidas, y vimos como se imponía a Roberto Micheletti como presidente sin gozar del apoyo ni la simpatía del pueblo hondureño y que no ganó en las elecciones anteriores, vimos a CNN, TELEMUNDO, UNIVISION, y al servil TCS transmitiendo noticias con una tendencia a favorecer el golpe de estado, y presentar a Zelaya como el malo de la historia.
El golpe de estado en Honduras fue un ensayo mejorado del golpe de estado en Venezuela; pero en Venezuela no pudo triunfar, porque Chávez desde mucho antes ya había establecido las alianzas necesarias, para llevar a buen término su gobierno.
Entonces la situación en Honduras es importante porque es un país al que le han arrebatado la oportunidad de ejercer una democracia real, incluyente y participativa; habíamos creído que los golpes de estado, ya no se iban a repetir, que las represiones institucionalizadas se habían extinguido a finales de la década de los 80, pero vimos en Junio del año pasado el fénix del estado de terror, marginación, mentira y represión ancestral.
Hoy a un año ya del golpe de Estado que le robo los anhelos y las esperanzas a un pueblo que por años había pasado silencioso a pesar de los gritos, y que se ilusionaron en su momento porque visionaron un alba diferente, con aires de comunión y solidaridad; pero tuvo su oposición como era de esperarse y para entender el porqué hubo oposición al proceso que Zelaya pretendía llevar junto a sus gobernados, es de entender el proceso lógico, histórico estructural, que consiste en que si beneficias a unos de alguna forma perjudicas al otro, o por lo menos dejas de beneficiar a los otros; en otras palabras si haces algo por el pueblo, afectas los intereses y ambiciones económicamente sedentarias de un estado tradicionalmente permisivo.
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